Desde pequeña, el aroma del café ha sido mi hogar. Mis abuelos, asociados de la
Federación de Cafeteros, me enseñaron que cada grano lleva consigo el esfuerzo de
manos trabajadoras y la magia de nuestras montañas.
Durante años, nuestra cosecha ha seguido el camino tradicional: de nuestras fincas a la Federación.
Pero un día sentí que podíamos hacer más. Más que despertar mañanas, queríamos
despertar esperanza. Así nació Cafeniacos, una marca con alma, energía y un
propósito claro: transformar cada taza en una oportunidad. Hoy, parte de nuestras
ventas se destinan a fundaciones que apoyan a niños con cáncer, porque creemos
que el verdadero aroma del café es el de la solidaridad
